Opinion: En la vida o la muerte, Monseñor Oscar Romero es mi santo

AP

The tapestry of Roman Catholic Archbishop Oscar Romero hangs from a balcony of the facade of St. Peter’s Basilica at the Vatican, Saturday, Oct. 13, 2018. Pope Francis will canonize two of the most important and contested figures of the 20th-century Catholic Church, declaring Pope Paul VI and the martyred Salvadoran Archbishop Oscar Romero as models of saintliness for the faithful today. (AP Photo/Andrew Medichini)

Berta Alvarado

Click here for an English translation

El 14 de Octubre 2018 fue el día más feliz de mi vida, que aunque no pude estar en Roma, en el Vaticano para presenciar la canonización de Monseñor Oscar Romero, quien lucho por todos los más desfavorecidos del país más pequeño de Centroamérica, El Salvador, ahora ya es Santo y su muerte sigue impune.

En el año 1982 yo tuve el valor de emprender una travesía e emigrar al país más poderoso, los Estados Unidos, escapando de una guerra sin sentido. Que dejo tantas muertes de las cuales siguen impunes porque la injusticia de un régimen corrupto aún sigue para la voz de los sin voz. No es fácil ser inmigrante en un país extraño donde me tuve que enfrentar a diferentes culturas, aprender un nuevo idioma, para poder salir adelante y no estancarme a pensar lo que había dejado atrás en mi pequeño “pulgarcito”.

No recuerdo haber tenido una adolescencia feliz en mi propio país, me sentía presa y agobiada de ver tanta sangre correr y muertes a la orden del día. En las horas de comida no sabía si podía terminar porque lo único que esperaba era oír las balas tronaran y buscar refugio para poder salvar mi propia vida. Muchos hablaban de Dios pero yo no entendía, porque jamás mi familia me expuso a llevar una religión. A la orden del día aprendí amar a Dios estando en Estados Unidos en el año 1983 gracias a una familia que ayudaron a mi esposo y mi a evangelizarnos, para poder casarme con el hombre que comparto mi vida desde esos años tan duros que pasamos. Desde entonces tuvimos una gran devoción por Monseñor Romero y empezamos a organizarle las misas cada aniversario de su muerte, el 24 de Marzo.

Siempre pedía a Dios que algún día iba ser Santo por haber tenido el valor de ser la voz de los sin voz en mi país El Salvador. La vida no ha sido fácil pero doy gracias a Dios, por este bello país que me acogió y pude sobresalir y formar una bella familia, ahora en este país vivimos cosas difíciles de las cuales son tristes para nosotros los inmigrantes porque aun siendo Ciudadana Americana siento el dolor de mis hermanos Latinos por tantas leyes injustas que no tienen sentido por capricho de los humanos.

Pero a comparación de lo que estamos viviendo, esto sigue siendo un paraíso donde me siento libre de ir algún lugar y compartir, sin escuchar disparos a cada instante. Cada día pido a Dios que hallan más personas como lo fue Monseñor Romero, ahora Mi Santo Romero de Las Américas, que tengan el valor de defender a los más desfavorecidos.

En lo poco que puedo, soy la voz de los sin vos como me enseñó el Santo Romero, ayudando a las personas de la tercera edad en los asilos en Boston, especialmente a los que no saben defenderse en el idioma Ingles.